Este libro pretende ser una contribución al diseño de una verdadera Ciencia del Derecho Constitucional General de carácter universal basada en el reconocimiento del papel fundamentador de la Ley Natural como orden común básico a toda la familia humana. El autor está persuadido de que la actual situación de las ciencias jurídico-políticas, calificada por algunos de auténtica Torre de Babel, solo podrá ser correctamente superada cuando sean abandonados los prejuicios que aún sobreviven contra la existencia de un orden jurídico y jurídico-político básico y común a todos los pueblos de la tierra, por encima de toda clase de relativismo cultural. No hallará aquí el lector corrección política, sino defensa de posturas que considera verdaderas, sean nuevas o antiguas, sin hacer el menor caso de los prejuicios y descalificaciones ideológicas a las que el papanatismo oficial nos tiene acostumbrados. La presente obra está construida sobre tres postulados: la subalternación del Derecho a las otras ciencias morales a través, fundamentalmente, del Derecho Constitucional, la naturaleza estrictamente judicialista del fenómeno jurídico, y el sentido moral del Derecho y de la Política en general, y del Derecho Constitucional en particular, como servicio a la sociedad. En cuanto al desarrollo expositivo de la obra, la primera parte la conforman los capítulos del 1 al 5 con todos los contenidos no jurídicos que sirven de base al Derecho Constitucional. La segunda parte es una Teoría de la Constitución (capítulos 6 y 7) y de las Formas Políticas (capítulo 8), con las necesarias referencias históricas al surgimiento del constitucionalismo moderno y su desarrollo en los siglos XIX y XX. La tercera parte desarrolla el contenido de la Constitución, es decir, el principio de la división de poderes, con la organización del Estado (capítulo 9) y la participación política (capítulo 10) en primer lugar, y a continuación, la garantía de los derechos (capítulo 11). Este libro está dedicado a todos los que hoy o en cualquier otro momento de la Historia y por culpa de las ideas políticas y jurídicas contrarias a la naturaleza humana y al orden ético objetivo, soportan o han soportado la injusticia en cualquiera de sus manifestaciones, sea la explotación, la opresión, la esclavitud, la persecución, la cárcel, el deshonor, el ostracismo o incluso la misma muerte, y, en definitiva, a todas las víctimas de la injusticia de cualquier clase, con quien el autor se siente plenamente solidario.