Lo que hace singular al aristócrata alemán Ludwig Renn (1889-1979) es su triple condición de militar profesional, por su experiencia como oficial combatiente en la Primera Guerra Mundial, de comunista, exilado de Alemania a causa del nazismo, y de escritor, con fama internacional gracias a su libro Guerra (1928). Todo ello le convertía en uno de los más representativos de aquellos «voluntarios con gafas», intelectuales que se alistaron en las Brigadas Internacionales y que, comprometidos con la causa antifascista, acudieron a España donde la guerra aunaba romanticismo y militancia política, como Ernest Hemingway, Ilyá Ehrenburg, Gustav Regler, Bodo Uhse, Willi Bredel o Erich Weinert. Renn fue uno de los pocos de aquellos escritores que estuvo en primera línea de fuego, como en los días de la Gran Guerra, siendo un oficial competente e impasible que acudía a la batalla armado con un lápiz.
Era la imagen misma de la dedicación a la clásica y caballeresca combinación de las armas y las letras, en su caso al servicio de la revolución, un delirio más de un personaje que hizo de la transgresión su vida y su literatura, aunque al final le costase muy caro.