Calidoscopio
Una vez, siendo niño, me fabriqué un remedo de ese maravilloso artilugio óptico, un calidoscopio. Se me pasaban las horas con un ojo pegado al extremo del cañuto. Imágenes y colores, en maravilloso destello, iban mezclándose ante mi asombra mirada. Hoy, en el libro que tienes en tus manos, he pretendido expresar, con el mismo palpitante entusiasmo, esa infinidad de vivencias, reflexiones y universos, sugeridos ante la contemplación, a través de la mirada aquilina del poeta, de una realidad que se me ofrecía en forma de naturaleza virgen, sin la contaminación de «lo puramente razonable y práctico». ¡Ojalá lo haya conseguido! Espero que a ti, amigo, su lectura te sugiera algo parecido. !Gracias por acercarte a esa mirada!