La más lograda, sincera y descarnada obra de Penelope Mortimer, una especie de visionaria literaria, no tanto de la oscuridad de la vida doméstica como de la gris claustrofobia y las traiciones del matrimonio de clase media.
Antes de que fuese chic que las amas de casa intercambiasen historias sobre su tristeza como intercambiaban recetas para el relleno del pavo, antes de que su vida pudiera considerarse literaria y de que una mujer desesperada inspirase interés en lugar de hartazgo, existió Penelope Mortimer. La protagonista de esta ingeniosa comedia negra, una roman á clef intelectualmente impecable, la señora Armitage, ha pasado por cuatro matrimonios y es madre de un buen número de hijos. Pero quiere tener más ya que, en su opinión, traer hijos al mundo es algo que se le da bien. La maternidad es lo que hace de ella un ser humano importante, una idea que no encaja en los planes de su actual marido, Jake Armitage, un guionista de éxito que le hace creer que la única manera de salvar su matrimonio es impidiendo el nacimiento de un nuevo bebé. Se inicia así una lucha brutal en la que la señora Armitage es a la vez el campo de batalla, la víctima y la ejecutora.
Penelope Mortimer (de soltera, Fletcher) nació en 1918 en Rhyl, un pequeño pueblo del condado galés de Flintshire. Fue la hija pequeña de un clérigo anglicano que había perdido su fe. Tal era su desapego religioso y su odio por el Cristianismo que solía usar el boletín de la parroquia para, entre otras cosas, celebrar la persecución de la iglesia rusa por parte de los bolcheviques. Penelope confesaría más tarde que también abusó sexualmente de ella. En 1937 se casó, tras un noviazgo de apenas seis semanas, con Charles Dimont, un corresponsal de Reuters con el que tendría dos hijas, incluida la actriz Caroline Mortimer. Tuvo, además, otras dos hijas fuera del matrimonio, fruto de sus relaciones con Kenneth Harrison y con el poeta Randall Swingler, respectivamente. De esa época data su primera novela, Johanna, que firmaría como Penelope Dimont. Mientras estaba encinta de una de sus hijas, Penelope conoció al escritor y abogado John Mortimer («un joven inteligente, flaco y nervioso»), un mujeriego reconocido, con el que se casaría en 1949. Fruto de este nuevo matrimonio nacerían un hijo y una hija. A estas alturas, Penelope era ya madre de seis criaturas de cuatro padres diferentes. Su matrimonio con Mortimer, no obstante, no constituyó un camino de rosas. En 1956, Penelope intentó suicidarse y después empezó a visitar a un psicoanalista freudiano. Cuando eso fracasó, se sometió a un tratamiento electroconvulsivo. A instancias de su médico, había accedido a abortar y esterilizarse después de quedar embarazada por octava vez (la séptima había sufrido un aborto natural, dos años antes). El mujeriego John, entretanto, acababa de fecundar a una de sus amantes, la actriz Wendy Craig, una aventura de la que lamentablemente Penelope tuvo noticia justo después de su esterilización. Tanto Penelope como su marido, de hecho, tuvieron frecuentes líos extramatrimoniales, que inspirarían la mayor parte de sus novelas de madurez, sobre todo «The Bright Prison» (1956), «Papá se ha ido de caza» (1958) y «El devorador de calabazas» (1962), que fue adaptada a la pantalla con guión de Harold Pinter y dirección de Jack Clayton, y protagonizada por James Mason y Anne Bancroft, que fue nominada a un Oscar por su papel de la señora Armitage. La pareja se divorciaría en 1971. Penelope Mortimer (que ya no cambiaría de apellido) continuaría ejerciendo la labor periodística, y colaborando en guiones cinematográficos. Moriría de cáncer a los 81 años en Londres.