Supervisión hacia un modelo colaborativo y transdisciplinar
La supervisión es una metodología que procura el cuidado profesional y la mejora continua de su praxis. Partiendo de situaciones que generan algún tipo de inquietud en profesionales, ofrece un espacio de diálogo y aprendizaje desde unas relaciones de mutualidad y horizontalidad donde resignificar conocimientos y generar construcciones compartidas. Constituye, en definitiva, un espacio de investigación y reflexión crítica sobre la praxis profesional y sus contextos que permite super(ar)visiones, orientar las políticas sociales y transformar la realidad social. Las situaciones que actualmente se atienden desde los distintos sistemas de protección social son cada vez más complejas, diversas y dinámicas, lo que exige organizaciones, servicios y profesionales en constante formación. Sin duda, la supervisión es una de las herramientas para lograr ese objetivo compartido de mejora continua y calidad en la atención. Esta obra quiere contribuir a la construcción, desarrollo e implementación de un modelo de supervisión colaborativo y transdisciplinar. Para ello el texto cuenta con aportaciones de más de cuarenta profesionales y docentes, referentes en los ámbitos del trabajo social, psicología, sociología, derecho, ética y feminismo, entre otros, recogiendo las voces de supervisoras y supervisores con una amplia experiencia en diferentes contextos de acción social. A través de todas y cada una de las aportaciones, la obra teje una estructura con diferentes ejes que intervienen en la praxis profesional, bien de índole cognitivo, experiencial, organizativo, contextual, relacional, social, ético, ideológico o personal. Para mostrar el interés de esta obra, nada mejor que recoger las palabras que la propia Teresa Zamanillo escribe en el prólogo: Siento que es un libro que inaugura una nueva etapa en la disciplina porque llega en un momento de cambio (¶.) Su contenido se aleja totalmente de lo que llamábamos pensamiento único en el siglo pasado, a saber: la aceptación incondicional del modelo liberal, la globalización, la competitividad y, en general una tendencia hacia la reducción del Estado.
Prólogo
Si no cambia el sistema, ¿cambio yo? Con estas palabras enunciadas por una alumna del curso para la formación de supervisoras en la Universidad del País Vasco UPV/EHU, quiero introducir este prólogo porque de eso trata esta gran obra. ¿Podemos cambiar el sistema en el que vivimos? Parece que es una labor inconmensurable que no está al alcance de ninguna profesión en concreto. Las profesiones son funcionales, se ajustan al sistema y en el seno de ellas se organizan distintos sistemas de pensamiento protagonizados por individuos que forman escuelas. Hay escuelas cuyo núcleo de pensamiento es más radical y otras más funcional al sistema. Entre una epistemología y otra encontramos diversas posturas, no excluyentes entre sí, por mucho que algunas de ellas reclamen para sí la verdad sobre la intervención social y el cambio de las condiciones de existencia. Y de sobra se sabe que el sistema en el que vive la humanidad es de un capitalismo feroz que ha demostrado tener a lo largo de la historia una inmensa capacidad de mutación. De ahí que el verdadero cambio debería venir del poder económico.
Sin embargo, algo se puede cambiar según se puede comprobar en la experiencia que han realizado quienes se aventuraron a caminar por senderos no transitados hasta ahora. Lo veremos en este libro. Su contenido se aleja totalmente de lo que llamábamos pensamiento único en el siglo pasado, a saber: la aceptación incondicional del modelo liberal, la globalización, la competitividad y, en general una tendencia hacia la reducción del Estado. Condiciones todas que abocan al trabajo social a desarrollar un trabajo de campo cuya aceptación del sistema de poder vigente es incuestionable. Sí, la falta de conciencia sobre el lugar que ocupan en los servicios sociales les ciega de tal modo que su labor, elegida o no, les conduce a ceder ante un encargo muy tecnocrático tintado de neutralidad política. Abunda mucho hoy en día este modo de concebir la intervención social.
Mas no es el caso, este es un trabajo crítico que tiene su génesis y su fundamento en la reflexión de diez profesionales del trabajo social, supervisadas por profesoras de la Universidad del País Vasco UPV/EHU, que han tratado durante dos años de remover los cimientos de un trabajo social que tendía a la rutina y la burocratización, al desgaste y al queme de sus profesionales. Así es, ante la creciente complejidad del campo de la intervención social, las profesoras Ainhoa Berasaluze, Miren Ariño, Rosario Ovejas y Maddalen Epelde se lanzan a realizar una investigación denominada “Trabajo social, intervención social y supervisión”, con el propósito de hallar “un espacio de consolidación del trabajo social”. Es después de esta experiencia, publicada por Aranzadi en la colección Social Work Series Aranzadi, con el título Supervisión en trabajo social: una metodología para el cambio, cuando se inicia el primer curso (2021-2022) del Experto/a en Supervisión en contextos de Acción Social. Esta experiencia responde también a la necesidad que se está viviendo hoy en nuestro país de nutrir el campo profesional de teorías que amplíen el conocimiento básico con el que se interviene. Es una toma de conciencia de enorme interés, puesto que el saber en trabajo social está todavía modelado por prenociones sin fundamento epistemológico alguno, más allá de quienes se han formado en la Teoría de la comunicación sistémica, en psicoanálisis, o aquellas profesionales que han hecho otros grados, tales como antropología, psicología, sociología o derecho, entre otros más. El resultado de este modo de trabajar, sin referentes teóricos, es la adopción constante de una mirada muy concreta sobre la realidad social, mirada centrada en el caso individual. Este modo de ver la realidad social impide abstraerse del universo más amplio en el que los sujetos forman sus percepciones del mundo y actúan en él –el habitus según Bourdieu–. Así se cocinan los conflictos sociales que vivimos hoy.
El objetivo de la investigación de 2020 fue el siguiente:
Mejorar la praxis profesional del trabajo social en contextos de servicios sociales de atención primaria, generando un espacio que favorezca la reflexión e investigación participativa en grupo, que se dirija hacia la reconstrucción de conocimiento crítico (Berasaluze et alt, 2020, p. 121).
Y en él hemos de destacar el verbo mejorar que no trans-formar, ni cambiar. Es importante este matiz puesto que la transformación, término tan usado en el trabajo social latinoamericano del que hemos bebido tanto, es dar una nueva forma a las cosas de la existencia humana, es mutación. También es cambio, pero cambiar parece que tiene una música más suave, menos radical, más evolutiva. En relación a esta cuestión, me permito adelantar aquí una hipótesis que me surge de los muchos años de observación a través de seminarios, talleres y encuentros con profesionales; además de los trabajos que he tenido la ocasión de leer en el borrador de esta monografía. El supuesto que se ha instalado en mi mente es el siguiente: del deseo de trans-formar las estructuras del sistema, al ejercicio de la profesión en estos tiempos de dominación neoliberal y burocracia, hay abismos. Esto explica la frustración y el agotamiento emocional tan extendido en la comunidad profesional. No se acepta el sistema, este es malo para las clases pobres, es injusto y cruel, hay que cambiarlo.
Así, volvemos al comienzo: ¿es posible el cambio? ¿a qué cambio nos referimos? ¿cómo evaluamos los cambios que hacen las personas? ¿y los que hacemos nosotras? ¿qué técnicas empleamos para alcanzar ciertos cambios? ¿establecemos los límites? ¿tenemos referentes que nos guíen? He lanzado al aire muchas cuestiones, porque sé la respuesta, la tengo entre mis manos mientras tecleo; es esta obra, la que me han proporcionado mis colegas. ¡Aquí está! Sí, es este gran trabajo. Siento que es un libro que inaugura una nueva etapa en la disciplina porque llega en un momento de cambio, un momento en el que las profesionales del trabajo social necesitan nutrirse de alimentos que fortalezcan sus cimientos y les provean de unas gafas nuevas. No tanto para cambiar su rumbo, ya que de la lectura de las participantes en el curso 2021-22 se deduce que existe en todas ellas un saber empírico cuya viga maestra encuentra su fuerza en las líneas básicas de lo que es el trabajo social originario, la ayuda a los otros como servicio profesional. Pero el malestar emocional que tienen, las disonancias entre el mandato institucional y las opciones profesionales, las dificultades para relacionarse en los equipos mostrando su propio saber, como algo específico de su disciplina, la escasa utilización de elementos teóricos para comprender la creciente complejidad de la sociedad, la falta de reconocimiento y apoyo institucional son elementos, entre muchos otros, que dañan la identidad profesional siempre frágil.
El hallazgo epistemológico de esta aventura que emprendieron hace dos años es que desde el principio conceptuaron el método en su más amplio significado, con la inclusión de la episteme, la técnica y la ideología, además de los aspectos personales que influyen en el ejercicio profesional. Es un programa que persigue el cambio, mejorando la práctica profesional mediante la reflexión de las prenociones o creencias incuestionables que abundan en las mentes de las profesionales del trabajo social; así lo reconocen en La Investigación-Acción-Participación-Supervisión (IAPS) ya publicada. Y el paso adelante que han dado al verificar sus presunciones es el de aplicarlas en el curso de este año. Es, por tanto, una celebración que tengamos ya entre nosotras esta nueva obra “Supervisión: hacia un modelo colaborativo y transdisciplinar” a la que, preveo de antemano un gran éxito porque llena un hueco importante, el de aunar la teoría y la práctica, no solo en el libro sino en los cursos.
En coherencia con sus presunciones, en la investigación se ideó una estructura analítica siguiendo los ejes formulados desde el comienzo: el primero, referido al contexto y a la organización; continuando un eje técnico-metodológico; el tercero, aquello que nos afecta personalmente en el ejercicio profesional denominado intrapersonal; además, el interpersonal que considera las relaciones que se establecen con las personas usuarias, equipos, etc.; y como no podía faltar, los contenidos epistemológicos, así como la ética y la ideología.
Este libro que sigue a la investigación asume un encuadre, o esquema de interpretación epistemológico, por medio del cual invitan a entender el mundo del trabajo social según las siguientes teorías: “el paradigma construccionista vinculado al pensamiento complejo y a la sistémica; a su vez nos decidimos por una perspectiva crítico reflexiva, considerando que estos referentes constituyen la opción teó-rico-ideológica más adecuada, en palabras de Kisnerman” (Berasaluze et al 2020, p. 21). Mas, es importante destacar que por este libro se pasean distintas perspectivas teórico-prácticas que van desde posiciones radicales hasta la más común hoy en día llamada Modelo centrado en la persona.
La obra tiene seis capítulos que siguen un orden cuya lógica va de la teoría a la práctica. La teoría de la complejidad, la teoría sistémica, la investigación narrativa y la perspectiva crítica son los referentes teóricos más importantes que componen el primer capítulo. Su eje transversal se encuentra en el primer apartado dedicado al método de la IAPS, cuyo trabajo elaborado por dos de las autoras Ainhoa Berasaluze y Miren Ariño, centra y guía todo el contenido de la obra. En el segundo, dedicado a la comunicación y la relación profesional, el trabajo se adentra en aspectos más concretos de la supervisión. En él podemos reflexionar sobre el cuidado y el autocuidado, como base para la intervención social, la supervisión de equipos, el silencio en la escucha y la relación de ayuda, entre otros capítulos fundamentales, que servirán al lector/a para comprender los procesos de supervisión.
Los contextos y las organizaciones sociales corresponden al tercer capítulo. En este se halla el tejido institucional y organizativo que sostiene a las políticas sociales y los servicios sociales en España y sus cambios, la burocracia, las relaciones de poder, etcétera. Sin este contenido el libro sería un espacio vacío en el que predominaría la tecnocracia en su versión más neutral; y es que la profesión de trabajo social no puede vivir ajena al contexto sociopolítico en el que desarrolla su función y se ve envuelta y condicionada por él.
De ahí que este libro plantee una perspectiva crítica que mire la realidad social con ojos investigadores que exploren, indaguen y desvelen lo que ocultan las tramas que distraen a la ciudadanía de lo que en realidad está pasando. Valga como ejemplo las incontables ayudas económicas o de cualquier tipo que sirven para eludir unos presupuestos coherentes en políticas sociales contra la pobreza y la exclusión, dado “el incremento de la cantidad, intensidad y complejidad de las situaciones de exclusión social que desborda la capacidad instalada en los servicios sociales”, como señala Fantova en estas páginas. Y como son más preguntas de momento lanzadas al aire, esperemos que nos responderá algún día: ¿qué hacer ante esa situación que nos concierne a todas y todos?
Así, continuamos el viaje del libro con el capítulo cuarto por el camino de las concreciones. Las reflexiones sobre el rol de la supervisión clínica, cuestiones sobre la identidad de la trabajadora social, la supervisión como espacio de aprendizaje significativo, o el manejo de las emociones en la práctica profesional son los aspectos que se desgranan en él. En el capítulo quinto es la ética la que no podía faltar en un libro de supervisión para el trabajo social. Tratar bien a las personas en las relaciones interpersonales, no es solo una competencia exigible en cualquier profesión, sino que nos invita a todas las personas a trabajar la gran virtud de la areté. Es un estímulo que, o bien se puede quedar en el ejercicio profesional, o bien podemos llevarlo a nuestro deseo de excelencia en la vida cotidiana. De ahí que siempre he considerado que la formación en trabajo social, así como la de la filosofía, entre otras, es una de las formaciones que mejor nos puede ayudar a desarrollarse como persona. Y ya terminamos con el capítulo sexto sobre la supervisión y las buenas prácticas. Este va desde la experiencia de supervisión en Italia, pasando por la supervisión como herramienta de innovación docente en el País Vasco (capítulo que, por su riqueza informativa, invita a realizar experiencias similares en otras facultades de trabajo social), hasta la supervisión en el horizonte de los Colegios Oficiales de Trabajo Social. La Supervisión en contextos de desprotección y en la práctica comunitaria son los restantes temas que cierran una obra que hoy por hoy no tiene parangón.
La ventaja de este libro es que puede leerse según el interés que suscite el tema, siempre que se introduzca el lector o lectora en el primer capítulo, fundamental para comprender la obra. Dicho esto, a mí, que me gusta subvertir el orden de las cosas, invito a leer en segundo lugar el tema tercero sobre las organizaciones para ubicarse en el panorama de las políticas sociales que nos envuelven, queramos o no. Son los límites a la ilusión de trans-formación estructural los que marcan el camino a las profesionales y que han de reconocerse por la propia salud mental. La aceptación incondicional que se resume en la trivial frase de “esto es lo que hay” para referirse a la imposibilidad de cambiar las situaciones que nos afectan como profesionales del trabajo social no tiene cabida en estas páginas. Pero, desafortunadamente, abunda mucho en el mundo profesional este modo de conducirse. Es la lógica dominante. Mas, es posible dar la vuelta a todo esto, tanto a los grandiosos deseos de cambio del sistema, como a la desafección de que nada puede cambiar. Esta iniciativa tan rica les invita a supervisarse con el propósito de encontrar ese punto de inflexión que se decía al principio: “Si no cambia el sistema ¿cambio yo?”.