Ideología del sujeto libre. Sobre la radical historicidad del discurso
La explotación del «sujeto libre» es el problema social concreto que late en todos los textos producidos por la Modernidad. Eso es la ideología: no solo ser progresista o conservador, sino tomar
la noción de sujeto libre como presupuesto discursivo en todo caso; tanto en las formas de expresión subjetivas como en las objetivas. La modernidad discursiva es, pues, la consagración de las
distintas formas de decir «yo soy sujeto libre». Así, la individuación moderna y posmoderna han ido configurando su credo y, a la vez, su «inconsciente ideológico», a través de las nociones que
transcriben la problemática social concreta de la explotación mercantil, capitalista, financiera, etc., a los términos legítimos de una problemática discursiva abstracta: la «Naturaleza Humana»,
la «evolución» (en sentido cultural), la «comunicación», la «autenticidad», etc. En cuanto a su modernidad discursiva, tanto el protestantismo antiescolástico (antifeudal, en el fondo) de la «libre
lectura de las escrituras» como la idea queer de la «libre lectura del propio cuerpo» acusan la presencia de un espectro común: el mercado de vidas libres para explotar o ser explotadas. Y es que
modernidad y posmodernidad son -siguen siendo- historicidades radicalmente determinadas por la relación económica sujeto/sujeto, una relación que solo se sostiene si lo privado y lo público
se entienden también, a su vez, como una relación literal. De ahí el peso de la otra cara de la moneda de la ideología del sujeto libre: la objetividad. En definitiva, dicho sujeto busca su trascendencia
tanto en la ciencia como en la prosa de la vida, a saber: es capaz -todavía- de sublimar con sus usos literarios y científicos de la palabra una existencia secular donde Dios y los «grandes relatos», se supone, han muerto.