No juzguéis
Final de la guardia
«No todos tienen tu experiencia ni tu juicio y la posibilidad de expresarse en un libro. No puedes desoír la voz de tu conciencia de Juez y de ciudadano. Es lo único y último que te queda: el derecho -que es el deber de denunciar aun sin esperanza de remedio.
Desahogos de un Juez jubilado que ni pide ni aspira a más glorias sociales ni premios políticos o burocráticos. ¡Quién puede decir lo que tú! Que haya alguien por una vez que no engañe al lector ni le canse con los cuentos de siempre. Así que te espero: escribir sin ilusiones pero con rabia y en su casi melancolía. Sin pretender detener el desastre, pero aliviando tu conciencia».
(Alejandro Nieto)
«Leer estas memorias es, estar hablando contigo, que has sabido reflejarte con esa sencillez tan difícil pero imprescindible para que la gravedad de la peripecia que se nos narre nos consuele del dolor que causa la nuestra propia. Te leo a ti pero también a mi mismo, entro contigo en estos lugares, a veces terribles, y siento que también entro en algún lugar mío. También se me mezcla maravillosamente el amigo y el autor del libro. Ambos crecen a medida que avanzo en la lectura, Miguel Ángel».
«A medida que se avanza en la lectura va ganando terreno tu persona, la presencia de ese juez que me resulta tan familiar y al que me doy cuenta que con los años he llegado a conocer y querer. Una bondad inaprehensible pero que se va extendiendo por todo el libro. Aquí es donde se muestra mi amigo entre, encima y debajo de las líneas, y yo me emociono. Qué desgraciado el escritor que no pone más que líneas, sin nada entre ellas».
(Joan Margarit)
¡Al fin se deja ver como realmente es! Un puñetero sentimental.
(Rodolfo Soto Vázquez)