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Grandes comunicadores de la ciencia. De Galileo a Rodríguez de la Fuente

ISBN: 9788413698021

El precio original era: 28,00€.El precio actual es: 28,00€. 26,59 IVA incluido

Hay existencias

Peso 435 g
Fecha de Edición 13/06/2024
Plazo de entrega

24 h

Número de Edición

1

Idioma

Español

Formato

Libro

Páginas

292

Lugar de edición

GRANADA

Encuadernación

Rústica

Colección

OBRAS GENERALES

Editorial

COMARES, EDITORIAL

EAN

978-84-1369-802-1

SKU: 9788413698021 Autor: Categorias: , ,

Grandes comunicadores de la ciencia

De Galileo a Rodríguez de la Fuente

La comunicación pública de la ciencia es hoy en una prioridad en las sociedades más desarrolladas. Sin embargo, comunicar la ciencia no es tarea fácil, debido a la enorme magnitud del conocimiento y su extrema especialización, que acrecientan su complejidad. Pero a pesar de esta dificultad, a lo largo de la historia, algunos científicos y comunicadores han logrado comunicar la ciencia con el máximo nivel de excelencia. Este libro profundiza en las vidas y obras de estos personajes, para explicar de qué forma han conseguido convertir el conocimiento científico en un asunto comprensible e interesante para el gran público. Del estudio de sus obras se desprenden algunas claves para comunicar la ciencia con eficacia.

Bienvenido León

Bienvenido León

es catedrático de comunicación de la ciencia en la Universidad de Navarra. Ha sido profesor visitante en las universidades de North Carolina y Colorado (EEUU), y Otago (N. Zelanda). También es docente habitual en otros centros españoles y extranjeros.
Su investigación se centra en la comunicación pública de la ciencia y el medio ambiente, especialmente en los medios audiovisuales. Es fundador y coordinador del Grupo de Investigación sobre Comunicación de la Ciencia de la Universidad de Navarra y ha publicado más de 100 artículos y capítulos de libros en publicaciones científicas, además de 25 libros como autor o editor. Es fundador y director del festival de cine sobre ciencia #LabMeCrazy!

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

ntroducción
Este libro lleva mucho tiempo agazapado en algún lugar de mi cerebro.
La idea surgió en algún momento de la década de 1990, mientras desarrollaba
mi tesis doctoral. Treinta años después he podido darle forma, gracias
a ideas, recortes de prensa, artículos y libros que he ido recopilando desde
entonces. Y gracias también al año sabático que la Universidad de Navarra
tuvo la generosidad de concederme.
Pero volvamos a los noventa. Después de trabajar alrededor de diez
años como periodista, decidí entonces dar un giro a mi vida: dejé mi empleo
en una cadena de televisión privada, en Madrid, y me trasladé a Pamplona,
junto a mi esposa, Blanca, y mi hija, Amaia, que entonces tenía solo dos
años, para incorporarme a la Facultad de Comunicación de la Universidad
de Navarra.
En un principio, la idea era dirigir una pequeña productora dedicada a
producir documentales, que siempre han sido mi gran pasión profesional.
Sin embargo, pocos meses después, el director de mi departamento, mi
maestro y amigo Juan José García-Noblejas, me lanzó el reto: «¿Sobre qué
tema vas a hacer la tesis?» Mi respuesta debió de sonarle a broma, aunque
iba muy en serio: «¿tesis?, yo no voy a hacer ninguna tesis, yo he venido a
hacer documentales».
Pero, como es bien sabido, la vida es lo que ocurre mientras hacemos
planes y, poco después, aunque sin mucho convencimiento, comencé a
pensar en posibles temas para mi tesis doctoral. Naturalmente empecé
barajando ideas relacionadas con el género documental. Recuerdo que, por
aquel entonces, organizamos en la Facultad de Comunicación un seminario
que impartió un veterano director de documentales de la BBC. «Esta es la
2
GRANDES COMUNICADORES DE LA CIENCIA
mía», pensé. Después del seminario, tras una excelente comida en un buen
asador de Pamplona, lance mi propuesta al invitado: «Me gustaría hacer mi
tesis doctoral sobre sus documentales». Pero tampoco esta vez los planes
salieron adelante. «Lo siento, no tengo tiempo de atenderte». Sin embargo,
a continuación me lanzó una idea: «¿Por qué no haces tu tesis sobre David
Attenborough?» Mi respuesta debió de dejar perplejo a nuestro invitado:
«¿Quién es David Attenborough?»
Y así fue como comencé a estudiar los documentales del gran divulgador
británico, en lo que acabaría siendo un análisis sobre la narrativa de
su trilogía más famosa hasta aquel momento: La vida en la Tierra (1979),
El planeta viviente (1984) y La vida a prueba (1990). Dado que una tesis
de este tipo requería información muy detallada y, a ser posible, contacto
directo con el propio Attenborough, comencé a indagar sobre cómo llegar
hasta Sir David, lo cual no era tan sencillo en aquel momento.
Recuerdo que mi colega de doctorado Avelino Amoedo, hoy profesor de
radio, me pasó un recorte de prensa que mencionaba a un profesor británico
que impartía clases sobre documentales sobre la naturaleza en una universidad
inglesa: Jeffery Boswall, con quien el tiempo me llevaría a mantener
una entrañable amistad. Jeffery respondió a mi petición de ayuda para la
tesis, no solo enviándome valiosa documentación sino facilitándome la dirección
de Sir David Attenborough, con quien él solía intercambiar tarjetas
navideñas de felicitación.
También Sir David fue muy generoso conmigo. Tuvo la amabilidad
de recibirme en tres ocasiones en su casa de Richmond, a las afueras de
Londres, y responder con paciencia e interés a todas mis preguntas sobre
sus documentales. De hecho, para la primera entrevista no preparé un cuestionario
demasiado extenso; pensé que mi entrevistado estaría muy ocupado
y no podría dedicarme demasiado tiempo. Después de todo, un joven
español, estudiante de doctorado, no debía ser la persona más importante
en la agenda del gran divulgador. Sin embargo, Sir David me dedicó todo
el tiempo necesario. Después de una charla de más de una hora en el salón
de su casa, me propuso que viajáramos juntos en metro hasta el centro de
3
INTRODUCCIÓN
Londres para poder seguir hablando. Así que, en aquella ocasión, lamenté
no haber preparado un cuestionario más extenso.
Cinco años después de comenzar, pude defender la tesis titulada El documental
de divulgación científica. Estudio de las técnicas empleadas por
David Attenborough, que reflexiona sobre las estrategias utilizadas por el
divulgador británico para comunicar la ciencia a través de sus documentales.
Durante el proceso de búsqueda de información me topé con documentos
sobre otros grandes comunicadores de la ciencia y sus obras. Esta información,
poco a poco, fue ocupando espacio en mi cabeza y con el tiempo ha
dado pie a este libro.
Durante esos años de investigación predoctoral, fui adentrándome en
la comunicación de la ciencia, un asunto que me resultaba tan desconocido
como apasionante. Por aquel entonces, era todavía una disciplina académica
incipiente, aunque ya existían algunas publicaciones y algunos investigadores
ya habían desarrollado solventes carreras que servían de referente para
jóvenes investigadores como yo mismo.
La comunicación de la ciencia me interesó por varias razones. En primer
lugar, por su dificultad. Se trata de llevar contenidos científicos hasta
personas que con frecuencia no tienen interés por conocerlos. Según las
encuestas de percepción social de la ciencia y la tecnología, que se realizan
en España de forma bienal desde 2002, son asuntos que despiertan relativamente
poco interés. Por ejemplo, en la encuesta realizada en 2022, solo
el 12,3% de los encuestados declaró tener interés por esta materia. Hay que
añadir que otros asuntos relacionados con la ciencia despiertan más interés:
medicina y salud, 19,8%; medio ambiente y ecología, 12,6%. En todo caso,
el interés es inferior al que despiertan otros asuntos, como Viajes/turismo
(24,7%), cine, arte y cultura (24,2%), o deportes (23,6%).1
Cabe pensar que este interés relativamente bajo por la ciencia podría
deberse a que muchas personas consideran que no resulta relevante para
sus vidas. Sin embargo, basta reflexionar un poco para caer en la cuenta de
que la ciencia y sus aplicaciones (la tecnología) atraviesan nuestras vidas de
cabo a rabo. Por tanto, resulta chocante que el interés no sea mayor.
4
GRANDES COMUNICADORES DE LA CIENCIA
En algunas de estas encuestas se ha preguntado también por las causas
de este desinterés. La realizada en 2022 indaga sobre las barreras para no
realizar acciones relacionadas con la ciencia y la tecnología, como hablar
con amigos y familiares, o ver programas de televisión y radio sobre este
asunto. Entre las razones aportadas por los encuestados aparece, entre otras,
«falta de conocimientos» (33,0%), que apunta hacia la importancia de mejorar
la alfabetización científica del país.
Encuestas realizadas en años anteriores señalan una cuestión de gran relevancia,
cuando indican que un alto porcentaje de la población española no
se interesa por la ciencia porque no la entiende. Por ejemplo, en la encuesta
realizada en 2016, este porcentaje alcanza el 33,1%. Este dato es de gran
relevancia para cualquier persona interesada en comunicar la ciencia hacia
el conjunto de la sociedad, ya que sugiere que, si ese contenido complejo
se convierte en algo inteligible, probablemente habrá más personas que se
interesen por la ciencia.
Pero la mala noticia es que convertir el conocimiento científico en algo
que pueda entender un grupo amplio de personas no es tarea fácil. La ciencia
trata sobre asuntos complejos, cuya simplificación cae con facilidad en la
falta de rigor. Además, los descubrimientos se basan en hallazgos previos,
cuyo conocimiento resulta necesario para ponerlos en contexto. Y, por si
fuera poco, con frecuencia hay que manejar conceptos abstractos que son
difíciles de explicar a personas acostumbradas a moverse en el ámbito de
lo tangible. Aún hay más problemas. La ciencia utiliza un lenguaje especializado,
plagado de jerga, tecnicismos, muy distinto del que empleamos
en la vida cotidiana o del que utiliza la literatura. En suma, estamos ante
una tarea de titanes.
Sin embargo, como pude comprobar en la investigación de mi tesis
doctoral, algunos comunicadores consiguen superar todas estas dificultades
y hacen un trabajo eficaz para construir enunciados que llevan la ciencia
hasta el gran público. Algunos, incluso, como mi admirado Sir David
Attenborough, logran convertir el conocimiento científico en programas
de televisión que son seguidos por millones de personas en todo el mundo.
¡Ahí es nada!
5
INTRODUCCIÓN
Al poco tiempo de comenzar mis pesquisas predoctorales ya estaba
convencido de que Attenborough es uno de los grandes divulgadores de
nuestro tiempo. Y paralelamente fueron cruzándose en mi investigación
los nombres de otros grandes personajes que, a lo largo de la historia de
la ciencia, también han sido reconocidos como grandes comunicadores
del conocimiento científico hacia el conjunto de la sociedad. La pregunta
que surge a continuación es la misma que anima la escritura de este libro:
¿cómo lo han conseguido? En otras palabras, ¿cuáles son las claves para
comunicar la ciencia de forma que resulte interesante e inteligible más allá
de la comunidad de expertos? Como ocurre con casi todas las preguntas
interesantes, la respuesta no es sencilla. Sin embargo, lo que parece claro es
que, si algunos lo han conseguido, estudiando su trabajo podremos extraer
algunas claves para llevar a cabo esta labor con eficacia.
En este volumen he intentado estudiar el modo en que grandes personajes
de la historia de la comunicación de la ciencia han desempeñado
esta tarea. Sin duda, hay otros. Tengo claro que podría haber escogido a
otros grandes comunicadores. Pero también estoy convencido de que los
diez personajes que he seleccionado están entre los más grandes. Algunos,
como Humboldt, Darwin o Cajal, son científicos que ocupan los lugares más
destacados en la historia de la ciencia. Sin embargo, es menos conocida su
faceta de comunicadores que intentaron llevar su conocimiento hasta un
público amplio. Otros, por el contrario, como Jane Marcet, Rodríguez de la
Fuente o David Attenborough, son fundamentalmente comunicadores. Tanto
unos como otros, han ejercido con maestría la compleja labor de comunicar
la ciencia hacia la sociedad.
El primero de la lista es Galileo Galilei, aunque otros personajes
históricos anteriores también fueron excelentes comunicadores de la ciencia.
Podríamos haber comenzado por filósofos clásicos como Aristóteles,
Arquímedes o Ptolomeo, quienes no solo sentaron las bases del conocimiento
sino que fueron maestros de la escritura y dejaron un legado de enorme
importancia para posteriores comunicadores de la ciencia. Sin embargo,
decidí comenzar por Galileo Galilei, considerado el padre de la ciencia
moderna, por ser el primero en escribir obras científicas en el italiano de la
6
GRANDES COMUNICADORES DE LA CIENCIA
época, en lugar de hacerlo en latín, como era habitual entonces. Es este un
hecho de gran trascendencia, ya que presupone un interés del genio florentino
por llegar más allá del círculo de expertos de aquel momento; es decir,
revela una intención divulgativa.
Tampoco fue fácil decidir quién cerraría la lista. Entre la multitud
de comunicadores de ciencia actuales, sin duda hay algunos que realizan
esta labor con extraordinaria solvencia. Sin embargo, resulta difícil situar
a personas vivas al mismo nivel de las grandes figuras de la historia, sencillamente
porque el tiempo todavía no ha permitido poner sus obras en
contexto. David Attenborough y Jane Goodall son los únicos personajes
actuales que se incluyen en el libro. Ambos han comunicado la ciencia
desde hace muchas décadas y sus obras cuentan con un reconocimiento tan
amplio que permite situarlos al nivel de los grandes personajes históricos
incluidos en este volumen.
Una vez seleccionados los personajes, fue necesario centrar el contenido
de cada capítulo. Este no es estrictamente un libro de investigación,
aunque sí he tratado de aportar ideas novedosas o poco conocidas sobre la
vida y obra de estos grandes comunicadores. Todos ellos tienen biografías
apasionantes, que muestran un talento y un tesón fuera de lo corriente. La
mayoría son aventureros y pioneros en sus respectivas disciplinas científicas.
Y en casi todos los casos, sus biografías son bien conocidas por los
historiadores de la ciencia, aunque no tanto por parte del grupo más amplio
de personas interesadas por la ciencia, a quienes va dirigido este libro.
Una vez resumida la biografía, cada capítulo se centra en lo que constituye
el contenido nuclear de este volumen: el análisis de sus obras, desde
la perspectiva de las estrategias y técnicas narrativas que emplean para
comunicar la ciencia. Todos los capítulos incluyen numerosos fragmentos
de sus escritos o de transcripciones de sus obras de radio o televisión, en la
confianza de que del estudio y la reflexión sobre estos trabajos es posible
extraer ideas sobre modos de contar que resultan eficaces para comunicar
la ciencia.
Además de describir cómo realizan su trabajo, también he tratado de
plasmar algunos conceptos generales que permiten explicar por qué esas
7
INTRODUCCIÓN
formas de comunicar resultan eficaces. Y para aclarar esos conceptos ha
sido útil recurrir a distintos marcos teóricos, en especial a la doctrina retórica.
Con incursiones siempre bien delimitadas en el «arte de bien decir»,
he tratado de explicar por qué esas estrategias y técnicas narrativas ayudan
a comunicar el conocimiento científico de forma que resulte interesante y
comprensible.
¿Estamos ante un libro de carácter práctico? Pues…según se mire. En
una primera aproximación, en un primer vistazo, el lector podrá comprobar
que aquí no aparecen recetas de comunicación que puedan llevarse directamente
a la práctica. Sin embargo, una segunda mirada a la obra pondrá de
manifiesto que los conceptos que se presentan y se explican ofrecen ideas
generales que bien pueden aplicarse en contextos distintos.
¿Se trata de un libro para especialistas? No necesariamente. Esta obra
va dirigida a personas interesadas por la comunicación de la ciencia. A
todos: comunicadores presentes y futuros, divulgadores científicos y, en
general, amantes de la ciencia y de su historia. Confiamos en que resulte
útil para quienes se dedican o quieren dedicarse a comunicar la ciencia, ya
sea como informadores o como divulgadores, en cualquiera de los medios
de comunicación actuales. Pero también esperamos que su lectura haga
disfrutar a cualquier persona interesada por la ciencia.
1. Galileo Galilei (1564-1642). El primer divulgador científico . . 11
2. Jane Marcet (1769-1858). Autora de best-sellers sobre ciencia 35
3. Alexander von Humboldt (1769-1859). Un divulgador universal 61
4. Charles Darwin (1809-1882). Una vida dedicada a la ciencia
y la escritura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
5. Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). Una voz influyente, más allá
de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
6. Rachel Carson (1907-1964). Icono de la ecología moderna . . . 141
7. Félix Rodríguez de la Fuente (1928-1980). El gran divulgador
de la naturaleza española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
8. Carl Sagan (1934-1996). Showman de la ciencia . . . . . . . . . . . . 191
9. David Attenborough (1926- ). Imagen y voz de la naturaleza . 219
10. Jane Goodall (1934- ). Científica y aventurera . . . . . . . . . . . . . . 251
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275

Bienvenido León

Bienvenido León

es catedrático de comunicación de la ciencia en la Universidad de Navarra. Ha sido profesor visitante en las universidades de North Carolina y Colorado (EEUU), y Otago (N. Zelanda). También es docente habitual en otros centros españoles y extranjeros.
Su investigación se centra en la comunicación pública de la ciencia y el medio ambiente, especialmente en los medios audiovisuales. Es fundador y coordinador del Grupo de Investigación sobre Comunicación de la Ciencia de la Universidad de Navarra y ha publicado más de 100 artículos y capítulos de libros en publicaciones científicas, además de 25 libros como autor o editor. Es fundador y director del festival de cine sobre ciencia #LabMeCrazy!

 

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