Surcos antropológicos de arte y literatura
El surco es la expresión humana de la tierra. Su poder simbólico y metafórico no se agota en todo lo que implica la roturación de la fecundidad, de la supervivencia y de la esperanza; no se agota tampoco en la imagen de la perseverancia, la paciencia y el trabajo. El surco incluye también la hendidura, lo vacío, la grieta y la herida. Antes del fruto es preciso abrir hueco en el espacio y en el tiempo. Nuestras manos, nuestra disposición y nuestro cuidado, son el relleno creativo de ese mundo intermedio entre la tierra y el alma. Los surcos dormidos nos remiten a horizontes atravesados e infinitos de limitación que nos animan a suturarlo todo simbólicamente para la vida por mediación de un grito callado de creatividad. No obstante, en ocasiones, se expresan también inexorablemente como lo inabarcable: se nos presentan como la imposibilidad de cerrar esos horizontes permanentemente abiertos. La literatura y el arte siempre se han ofrecido como la más alta expresión para lidiar con estas imposibilidades de los surcos infinitos.
El presente volumen cierra una trilogía comenzada en 2020 con El escorzo melancólico de lo real y continuada en 2021 con Antropología hermenéutica de la gran salud (ambas obras editadas por Comares). En ella se ha intentado discurrir sobre el retorno de Hermes y sobre la posibilidad del reencantamiento semántico del mundo. El filtro quiso ser desde el principio el vaciamiento trágico tal y como se expresa en el símbolo artístico y literario contemporáneo y, al margen de las resistencias, se ha podido vislumbrar finalmente el resonar y la oculta presencia de lo sagrado en todas las cosas.