Rock y filosofía. La dimensión social y musical de la disonancia
El rock, en general, dentro de la música popular estableció un fuerte vínculo con la mercantilización de la cultura para grandes mayorías. Así, establecer un lazo entre rock y filosofía sería controvertido, sin embargo, entre sus distintos estilos existen propuestas que, independientemente de su repercusión, poseen una vertiente crítica y concienciadora a través de medios estrictamente musicales (o estableciendo una fuerte sintonía entre la música y las letras).
Habría que remontarse a los primeros compases del siglo XX para encontrar propuestas musicales dentro de la denominada música clásica contemporánea que generasen conciencia crítica de marcado contenido filosófico, como fue la Segunda Escuela de Viena (Schönberg, Webern y Berg). Dicha escuela, y en concreto, Arnold Schönberg en su etapa expresionista, contó en primera instancia, con la cobertura teórica del filósofo alemán de la Escuela de Frankfurt Theodor W. Adorno, a la que denominó Nueva Música, caracterizada por el predominio de la disonancia, la atonalidad, antiornamentalismo y por su expresivismo. Adorno constató años después que aquella Nueva Música terminó envejeciendo, perdió frescura, dio de lado a la inmediatez expresionista.
Adorno, muy crítico con la deriva mercantilista de la música popular y su escasa capacidad para generar conciencia, fallece en 1969. La Nueva Música había envejecido, pero el testigo de la misma fue recogido, paradójicamente, por una serie de ban-das y propuestas dentro de la música popular, en el seno de la música rock, como la Escuela de Canterbury (Soft Machine, entre otros), King Crimson o R.I.O. (Rock In Opposition), en su versión europea y posteriormente estadounidense, que llega hasta nuestros días.
La lectura de este libro defiende, desde luego, una determinada concepción del arte no ideologizado, pero de consecuencias tanto artísticas que competen a la estética, la filosofía del arte y la teoría del arte, como políticas y sociales. Una concepción del arte donde enlazo la idea de disonancia, en su vertiente musical con la disidencia y el disenso (político y social) y la diferencia (filosófica), frente a la homogeneización producto de la globalización, que está generando subjetividad y conformismo. Este libro, en gran medida, pretende ser un texto para volver a ser rebelde.