La Ilíada o el poema de la fuerza
«Desde 1914 la guerra no se ha apartado nunca de mi pensamiento», escribió Simone Weil en una de sus últimas cartas. Pacifista convencida, Weil vivió en la guerra civil española la experiencia de la barbarie, tal como narrará en su carta a Georges Bernanos. Posteriormente, elaboró esa vivencia en su lectura del poema épico fundacional de Occidente en torno a la guerra de Troya: la Ilíada. Traduciendo y comentando los versos de la Ilíada, Simone Weil pone de manifiesto la acción de la fuerza que somete tanto a vencedores como a vencidos. Entre los resquicios del imperio de la fuerza, sin embargo, trasparece de forma casi milagrosa la gracia. En esos instantes inusitados de luz se concentra la enseñanza del poema homérico: la compasión por la fragilidad humana, una piedad capaz de no sucumbir a la fascinación de la fuerza.