La justicia, entendida como sistema, discurre por la historia inseparablemente acompañada por la idea de crisis; cambian las circunstancias, mudan los argumentos pero su cuestionamiento es una constante. La justicia española tiene sus propios problemas, unos inmediatos, presentes y perceptibles, otros lejanos, y algunos de tan profundas raíces que se hunden en las ideas de un modelo deudor del ideario de la Revolución Francesa.
El Ministerio Fiscal, como protagonista destacado del sistema, participa de tal escenario, en el que se presenta con su propia crisis. La ausencia de modelo en la Constitución, el inacabado debate acerca de su posición en la arquitectura del Estado, la escasa atención prestada por el legislador ordinario, la judicialización de la vida española son algunas de las razones de su problemática configuración.
El libro ofrece claves para conocer la historia, principios y fines del Ministerio Fiscal, un conocimiento que se concibe como instrumental, como medio indispensable para alcanzar el objetivo primario que consiste en descubrir y describir la ética y deontología de los fiscales, el ser y deber ser, los deberes y virtudes de unos profesionales que de forma tan intensa y grave inciden en la vida social, y en la de los concretos ciudadanos.
Para lograr ese objetivo, se proponen puntuales miradas a la historia de la justicia y del Ministerio Fiscal, se presta atención a las reflexiones formuladas desde el pensamiento clásico y por los maestros de la ciencia jurídica, especialmente en los ámbitos de la filosofía del derecho, de la Administración y de los principios procesales. A lo largo de toda la obra está presente la doctrina de la Fiscalía General del Estado, sus Memorias anuales, medio protocolizado de comunicación del Ministerio Fiscal con los tres poderes del Estado, y con los ciudadanos.
Previamente, como presupuesto necesario y punto de partida ineludible: el ordenamiento jurídico. La tesis que se defiende es clara: el material esencial para moldear al buen fiscal se encuentra en el ordenamiento jurídico, sólo el fiscal que respeta y defiende el ordenamiento jurídico está en condiciones de avanzar por ese tramo añadido que conduce a la excelencia.