Andrés Bello: pasión por el derecho
Muchas han sido las virtudes atribuidas a la figura de Andrés Bello. Clara expresión de sabiduría ilustrada que se pasea desde la literatura a la filosofía. Transita por la historia y geografía; domina la lingüística y la gramática; y se erige en referente inexcusable en el Derecho latinoamericano. En efecto, es innegable el gran aporte realizado por el insigne jurista en el campo del Derecho internacional, gracias a su célebre obra Principios del Derecho de Gentes. Destacada es también su ardiente defensa del Derecho romano, como lo demuestra el hecho de que, siendo rector de la Universidad de Santiago de Chile, amplió su presencia en los planes de estudio y elaboró su famosa obra Instituciones de Derecho romano.
No obstante, su huella jurídica cumbre es el Código civil chileno, el Código Andrés Bello, cuerpo de leyes homónimo donde evidencia sus verdaderas señas de identidad: talento, tenacidad, tesón y laboriosidad. Fruto de su talante poliédrico, Andrés Bello se convierte en uno de los grandes juristas latinoamericanos de todos los tiempos y explora otra veta no tan conocida, pero no menos interesante de su vasta obra jurídica cual es la de sus escritos jurídicos publicados en la prensa. Merced a esta perspectiva, logramos constatar el verdadero genio jurídico de Andrés Bello y así poder reivindicar con creces su condición de jurista atemporal y universal, “creador de civilización”, “cerebro y corazón americanos”.