Novelas – Estuche Franz Kafka
En 2024 se cumplen cien años de la muerte de Franz Kafka (1883-1924), posiblemente el escritor que con mayor genialidad retrató la angustia, la incertidumbre y el absurdo que la llegada del siglo XX produjo en las vidas de los habitantes de Europa, testigos (y vÃctimas) de la transformación vertiginosa del mundo que conocÃan. De ello dan testimonio sus tres novelas, ofrecidas aquà reunidas en un estuche de dos volúmenes: El proceso -obra emblemática de lo kafkiano que se inicia con el arresto de Josef K. por una acusación que nunca llegará a conocer-, El castillo -en la que el célebre agrimensor K. se enfrenta al laberinto burocrático del poder- y El desaparecido -titulada América por Max Brod, la que a juicio del propio Kafka fue su novela más luminosa.
BiografÃa
Nacido en el seno de una familia de comerciantes judÃos, Franz Kafka se formó en un ambiente cultural alemán. Su padre, Hermann Kafka, habÃa obtenido una cómoda posición con un matrimonio ventajoso y pudo costear una buena formación para el primogénito en uno de los colegios alemanes de Praga. Concluido el bachillerato (1901), el cabeza de familia lo obligó a cursar estudios de leyes, materia por la que nunca sintió el menor interés, y se doctoró en derecho en 1906.
Los años universitarios le dejaron tiempo para cultivar sus aficiones filosóficas y literarias; leyó a numerosos autores y conoció al futuro escritor y crÃtico literario Max Brod, con quien trabó una Ãntima amistad destinada a perdurar toda una vida. La personalidad enérgica y activa de Brod, totalmente opuesta a la del temeroso e introvertido Kafka, mitigó su soledad y su marcada tendencia al aislamiento.
Finalizados sus estudios, trabajó en diversos bufetes de abogados y, desde 1908, en una compañÃa de seguros de Praga. Allà desempeño sus tareas con eficiencia y puntualidad, llegando a merecer un ascenso; sin embargo, carecÃa por completo de ambición profesional. El aburrido empleo (que no abandonarÃa definitivamente hasta 1920, a causa de su deteriorada salud) le ocupaba solamente las mañanas y podÃa dedicar las tardes y las noches a la literatura, su verdadera pasión.