El silencio blanco y otros cuentos
Casi desde su adolescencia Jack London (1876-1916) tuvo que librar una incansable lucha por la supervivencia que lo llevó desde la caza de focas o la busca de oro en el Klondike hasta el vagabundeo y la cárcel, peripecias de las que sólo acabó rescatándolo el éxito como escritor. No es de extrañar, así, que sus relatos aúnen el ritmo del género de aventuras con escenarios, personajes y argumentos extraídos de los recuerdos de su propia vida. El silencio blanco y otros cuentos reúne una excelente muestra de toda su obra: los conflictos y los sentimientos de los protagonistas de estos relatos ambientados en el helado Norte o en los fabulosos mares del Sur -marcos geográficos de buena parte de sus relatos- trascienden, sin embargo, la particularidad de un tiempo y un lugar concretos, para elevarse hasta las claves últimas de la condición humana. Traducción de Carmen Criado
Jack London (1876-1916), seudónimo de John Griffith Chaney, es uno de los grandes escritores estadounidenses de los albores del siglo XX. Su mundo se inspira en una interpretación muy subjetiva de la filosofía de Nietzsche y se construye a partir del principio de lucha por la supervivencia. Nacido en San Francisco, fue esencialmente un niño autodidacta que leía con avidez los fondos de la biblioteca pública. Con diecisiete años se embarcó en su primera goleta, rumbo a Japón, su primera gran travesía en alta mar. Tras varias experiencias como marinero y vagabundo -razón por la que también fue encarcelado-, London acudió a la Oakland High School y, posteriormente, a la Universidad de California, que tuvo que abandonar por problemas económicos. Intrépido ilustrado, él, como muchos, sufrió la fiebre del oro hasta que, finalmente, sededicó a la escritura. De entre su obra, a menudo nutrida de sus propias aventuras, cabe destacar La llamada de lo salvaje (1903), El lobo de mar (1904), Colmillo blanco (1906) y Martin Eden (1909).