Los cuidados en el siglo XXI
El siglo actual, y especialmente los últimos años, han traído importantes cambios socioculturales en un mundo cada vez más globalizado y expuesto a situaciones de vulnerabilidad. El aumento de la esperanza de vida en las sociedades occidentales, el reconocimiento de la diversidad funcional y la necesidad del cuidado de las personas, debe ser replanteado en función de los nuevos retos. En este libro, a través de los trabajos de investigadores de distintas instituciones y nacionalidades, abordamos los cuidados desde diversas perspectivas, tratando cuestiones como la cultura, la aceleración del tiempo vivido, las emociones, la diversidad funcional, las corporeidades, la tecnología, el género, la profesión del cuidado o las repercusiones de las pandemias y sindemias.
Introducción
Este libro trata de abordar los retos a los que se están enfrentando y se enfrentan los cuidados en el siglo actual. Cuestiones como la cultura, la aceleración del tiempo vivido, las emociones, la diversidad funcional, las corporeidades, la tecnología, el género o la profesión del cuidado, entre otras, son planteadas desde su dimensión sociocultural por investigadores de instituciones como la Universidad de Murcia, las Universidad de Alicante, la Universidad Internacional de la Rioja, Universidad de la Laguna, la University of Colorado School of Medicine (EE. UU.), la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas el Servicio Murciano de Salud, el Liceo Mon Jardin, el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca o el Hospital Universitario Virgen de la Nieves de Granada.
En el contexto de la sindemia provocada por el SARS-CoV-2, el catedrático Luis Álvarez Munárriz, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y la profesora del Liceo Mon Jardin, Amaia Álvarez de Luis reflexionan sobre cómo los cánones impuestos por la Tecnociencia euro-americana se sustenta en los tres pilares siguientes: la cosmovisión entendida como nuestra manera de ver el universo, a través de la que se explica el origen, la naturaleza y el destino del universo como totalidad. Las teorías, definidas por Einstein, y los modelos que se pueden describir como representaciones de una determinada realidad o sistema. Los dos modelos para analizar la nueva realidad generada por el Covid-19, son el modelo “sindémico” propuesto por el antropólogo M. Singer y el modelo “pandémico” propuesto por la Organización Mundial de la Salud. Los autores analizan ambos modelos para sustentar la conveniencia de la combinación de ambos para analizar la realidad.
El trabajo en el cuidado de personas dependientes, y más concretamente el de enfermería, conlleva también una interacción social generadora de emociones y sentimientos que deben ser abordados de la manera adecuada para evitar situaciones de estrés o desmotivación que indican el desarrollo de la profesión. Desde esta perspectiva José Siles González, catedrático de la Universidad de Alicante, se centra en los efectos manifestados en sentimientos y emociones de los estudiantes de enfermería, en una situación de gran estrés como fue el inicio de la pandemia del Covid-19. Sentimientos como incredulidad, tristeza, preocupación, desconcierto y miedo surgieron desde el primer día de confinamiento. Como herramienta metodológica para la visibilización y afrontamiento de estas emociones utiliza la escritura de descripciones narrativas, la elaboración de poemas, la lectura y el debate sobre los mismos.
En esta misma línea del abordaje de los sentimientos y emociones de los cuidadores, Carmen Solano Ruiz, profesora de la Universidad de Alicante, investiga sobre los profesionales de la salud durante la pandemia. A través de una serie de relatos autobiográficos se clasifican y exponen emociones básicas primarias que surgen como el miedo, la tristeza, la felicidad, la sorpresa; emociones secundarias complejas como el amor y la impotencia; y sentimientos como el orgullo, la culpa, la injusticia, la inseguridad, la irresponsabilidad, el agotamiento, etc.
La dispensa de cuidados en el siglo XXI exige una óptica relacional que la profesora de la Universidad de Murcia, Fina Antón Hurtado y Cecilia Esteban Redondo, antropóloga y enfermera en el Hospital Universitario Virgen de la Nieves de Granada, aplican a partir de la implementación del modelo analítico de los módulos de la cultura y del complejo cronotopo, tanto en los cuidados formales como los informales. Todo ello incorporando la perspectiva de género y la aproximación holística, propia de la Antropología Social. Las autoras muestran a partir de los datos del trabajo de campo y una revisión bibliográfica interdisciplinar, el reto que la Covid-19 ha supuesto tanto para los/las cuidadores/as formales e informales. Se reivindica la necesidad de ampliar los cuidados más allá de la atención, y ofrecer “cuidados empáticos” que permitan ponerse en el lugar del otro, para desde ese posicionamiento iniciar la humanización de los cuidados a través de la escucha y el acompañamiento terapéutico. La sindemia constituye un reto y una oportunidad para revalorizar los cuidados tanto familiares, como profesionales y legislar en aras a reducir la presión y el sufrimiento que soportan ambos ámbitos, mayoritariamente feminizados.
Un factor determinante que debemos considerar a la hora responder a los retos que plantean los cuidados en el siglo XXI, es el de la diversidad. La profesora Carey Candrian, de la Universidad de Colorado, aborda en qué medida el sistema asistencial de salud responde a las necesidades de las personas LGBT. Buena parte de la población LGBT del mundo mantiene su orientación oculta a todas o la mayoría de las personas en sus vidas, y ello podría tener importantes implicaciones para la salud individual como para la salud pública. Esta circunstancia es más acusada en personas mayores LGTB, donde es evidente la falta de protecciones legales, la ausencia de apoyo social y familiar, entre otros factores que disminuyen la calidad de vida en este colectivo. Igualmente, existen retos a nivel de la comunicación y de las actitudes, de manera que es decisivo fomentar una comprensión genuina del problema, facilitar el uso de un lenguaje inclusivo y la apertura por parte de los profesionales sanitarios hacia el colectivo de personas LGTB, sin prejuicios, que permita desarrollar entornos seguros y relaciones de confianza que realmente nos dirijan hacia una atención de alta calidad centrada en la persona.
Por otro lado, en nuestras sociedades occidentales, los conceptos de salud y de cuidados van inevitablemente unidos a la idea de cuerpo, pero más recientemente también a otros conceptos más inmateriales como la mente y las emociones. La concepción dicotómica del cuerpo y la mente, así como el fenómeno del culto al cuerpo y del autocuidado son analizados por los profesores Fulgencio Sánchez Vera, de la Universidad Internacional de La Rioja y Universidad de La Laguna, y Javier Eloy Martínez Guirao, de la Universidad de Murcia. En su capítulo tratan de las repercusiones de la pandemia del Sars-Cov-2 en la formas y espacios de autocuidado, físico y mental, centrándose especialmente en el autocuidado del cuerpo mediante la actividad física y en el autocuidado de la mente por medio de la meditación.
Otro reto de actualidad es el desarrollo y uso de la tecnología en el cuidado. La pandemia ha acelerado el uso de conceptos como la telemedicina, la eSalud, la teleenfermería o el telecuidado. En este sentido María Jesús Ruiz y Ana García profesoras de la Universidad de Murcia, en su capítulo, indagan en estas ideas y reflexionan sobres sus implicaciones. Las TICs como el correo electrónico, la videoconsulta, las aplicaciones sanitarias, etc., han abierto nuevas formas de asistencia y de cuidado de las que pueden beneficiarse pacientes con movilidad reducida, ofrecen una mayor facilidad de acceso a los servicios, la posibilidad de que las personas sean atendidas en su zona de confort, además de evitar tanto sus propios desplazamientos como los de los profesionales del cuidado. Pero a su vez se requieren conocimientos y habilidades en el cuidado a distancia, y competencias digitales tanto por parte de cuidadores como de las personas dependientes. Pero, sobre todo se evidencia la necesidad de que los “nuevos modelos de prestación a través de la digitalización” tengan en cuenta los aspectos humanos, es decir, de una humanización de la tecnología.
Una cuestión fundamental relacionada con el cuidado es lo que conocemos como proceso de “institucionalización”. En el libro se ha abordado este aspecto y sus consecuencias sobre el cuidado. Las sociedades modernas se han dotado de espacios y sistemas de interacción, bajo la gobernanza de un plan racional que introduce en la mayoría de los casos, tal y como describía E. Goffman en su concepto de institución total, pautas y normas explícitas sobre cómo llevar a cabo el cuidado, que están vigentes en la actualidad pero que desde un punto de vista histórico han sufrido importantes cambios. El trabajo de Joaquín Guerrero Muñoz, profesor de la Universidad de Murcia y Magdalena García Marqués, del Servicio Murciano de Salud, repasa precisamente la relación entre “estigma” e institución, acercándose a la práctica profesional sanitaria. La realidad es que, pese a los avances que se vienen produciendo en la humanización de los tratamientos y de las terapias dirigidas al abordaje del Trastorno Mental Grave, en cambio, perviven de una forma cosificada determinadas creencias y valores, muy arraigados en la propia identidad profesional, que favorecen la invulnerabilidad del estigma. En el caso de la enfermedad mental, el estigma se hace muy resistente, incluso entre quienes tienen como propósito fundamental el cuidado de las personas aquejadas de este tipo de dificultades. Es muy llamativo comprobar cómo ciertas actitudes de rechazo entre los profesionales sanitarios dedicados a la salud mental no distan mucho de las que tienen la sociedad en general. El impacto del estigma es notable, por una parte, en el proceso de recuperación de la persona, en la percepción que tiene de sí misma, de cómo le ven los demás, y qué puede esperar de ellos. Por otra parte, influye en la dinámica de la toma de decisiones, en las acciones que los profesionales ponen en práctica y que someten a un juicio clínico aparentemente aséptico. El camino que se vislumbra para abrazar una concepción del cuidado en salud mental desprovista del influjo del proceso de estigmatización, pasa necesariamente por repensar el concepto de “enfermedad” y construir relaciones entre personas más allá de las etiquetas diagnósticas, con un profundo sentido de sensibilidad hacia la diversidad y singularidad de las experiencias personales y fortaleciendo valores, como la dignidad o la libertad, que impriman a la actividad del cuidado un fundamento antropológico y humano sólido, profundo y trascendental.
Las instituciones y su influencia en la práctica sanitaria son de capital importancia. No podemos entender lo que significa “cuidar” sin dar las convenientes razones que nos llevan a considerar cualquier institución como formando parte de un entramado sociocultural e histórico más amplio. Esta visión nos permite comprender el sentido que asumen determinadas intervenciones desde el ámbito del Trabajo Social. A través de iniciativas y acciones concretas en el campo de la intervención social, la atención y el cuidado fuera de entornos estrictamente sanitarios, como la que nos describe Águeda Bernal, trabajadora social de la Federación de Asociaciones Murcianas de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (FAMDIF) y de la Confederación Coordinadora Estatal de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), en su capítulo sobre un Centro de Menores en Murcia, se pone de manifiesto que es imprescindible atender a las necesidades de las personas, considerando en todo momento para su bienestar el propio sistema familiar y comunitario. Se trata de cuidar haciendo del cuidado una experiencia de vida transformadora, no solo para el usuario de un servicio, sino también para el propio profesional que ha de favorecer un abordaje centrado en la persona.
Siguiendo con las implicaciones de unos cuidados sensibles con la diversidad, la aportación de Carmen Ballesteros, matrona del Hospital Universitario Virgen de Arrixaca, nos remite a una realidad poco conocida, los cuidados en la madre gestante discapacitada. De nuevo, nos encontramos con un obstáculo que ya es redundante en distintos ámbitos, nos referimos a la falta de formación o bien, a las actitudes que adoptan los profesionales del cuidado frente a la diversidad, en este caso, con relación a la discapacidad. Para que se desarrolle la maternidad de forma plena es imprescindible que el profesional sanitario promueva y facilite la construcción de una relación cercana y de apoyo, respetando en todo momento la autonomía de la madre, y reconociendo en ellas la capacidad para decidir libremente cómo ejercer su derecho a la maternidad. El rol de las matronas es decisivo y fundamental, como el de otros profesionales de la salud sexual y reproductiva, de manera que se hace imprescindible atender las necesidades de las madres gestantes discapacitadas y orientarlas, junto a sus parejas, acerca de cómo pueden planificarse y prepararse para el nacimiento.
Como hemos señalado, la visión sobre el cuerpo y la forma de vivenciar corporalidad tienen especial incidencia en los cuidados, y varían de una cultura a otra y con el paso del tiempo. Carmen Martínez Rojo, matrona del Hospital Universitario Virgen de Arrixaca, incluye la perspectiva de género en el estudio del cuerpo femenino como lugar donde concurren los físico, lo simbólico y lo material, y donde se manifiestan relaciones de poder y dominación, y por lo tanto también de resistencia. La autora analiza todas estas cuestiones a través de un recorrido histórico, desde la perspectiva de las matronas, sobre el cuerpo femenino, ilustro con fragmentos textuales de escritos desde el siglo XVII.
Finaliza el libro el capítulo de Natalia Rodríguez Portilla, matrona del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, quien nos proporciona una visión histórica y antropológica de las matronas murcianas que ejercieron su labor profesional entre los años 1940-1977. Un aspecto crucial, del todo relevante, que la autora destaca, es el papel que las matronas murcianas asumieron como precursoras, y no solo como meras espectadoras, del cambio social por el que las mujeres terminarían finalmente por incorporarse al mundo laboral como profesionales extra domiciliaras, reivindicando su derecho a estudiar, a desempeñar un trabajo remunerado, formar o no una familia, etc. En resumen, la autora, pone de manifiesto cómo estas profesionales fueron auténticas pioneras, capaces de trascender los límites culturales de género impulsando la igualdad en el contexto sociohistórico que les tocó vivir, y de adaptarse a los cambios que acontecieron, sin perder su autonomía y un espacio de trabajo cercano a las mujeres a sus propias familias.