Democracia sociedad derecho pandemia. El confinamiento como oportunidad para una escritura pestilente
Se trata de un trabajo recopilatorio, compuesto de diversos artículos, ensayos y piezas breves, todos ellos con el común denominador de haber sido redactados durante el confinamiento o la pandemia, tratando precisamente esos dos temas, con lo jurídico como eje semiótico.
Introducción
Literatura y pestilencia comparten una larga historia desde que Homero situara La Ilíada en medio del miasma que Apolo lanzó sobre las fuerzas griegas, hasta la descripción de las epidemias medievales, modernas y contemporáneas a cargo de Bocaccio, Defoe o Camus, pasando por la riquísima tradición de escritura pestilente que recorre la Biblia de arriba a abajo. Por todo ello, este opúsculo que ahora tienen en sus manos es cualquier cosa, menos original. Y no por su contenido, líbreme Dios, sino porque escritura y esa derivada de la pestilencia que es el confinamiento son, como acabamos de ver, inseparables desde hace siglos.
Y es que de aislamientos coercitivos han surgido obras imperecederas. Entre las clausuras penitenciarias, la más recordada es, sin duda, De Tristia Christi (1535), escrita por Tomás Moro en la Torre de Londres mientras aguardaba a su ejecución como reo de alta traición por no prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la Iglesia Anglicana en Inglaterra; oponerse al divorcio del rey con Catalina de Aragón y no aceptar el Acta de Supremacía, que declaraba al rey Enrique VIII como cabeza de esta nueva Iglesia. Una obra que fijó su atención en la aceptación de la muerte y la oración como cauce para superar las pruebas por las que necesariamente ha de pasar el cristiano en su carrera hacia la santidad, acudiendo a la contemplación de la agonía de Cristo para prepararse ante la suya propia.
En este mismo sentido, pocos discuten la influencia que en la obra de Cervantes tuvo su paso por la cárcel hasta en cuatro ocasiones, dos por sus responsabilidades como comisario de abastos en Andalucía, otra como prisionero de guerra en Argel y, finalmente, la debida al descrédito de su familia.
Y el caso del pintor Xavier de Maistre sigue patrones parecidos. Recluido en su alcoba durante seis semanas para purgar las consecuencias de un duelo, comenzó a escribir para escapar del aburrimiento sin pretensión literaria alguna, componiendo finalmente una pieza a la que tituló Voyage autour de ma chambre (1794) en la que de manera autobiográfica describe sus pensamientos, costumbres, así como los muebles y grabados que le rodean, como si viajara por un país extraño, ofreciendo una parodia ligera y amable de la literatura de viajes, anunciando el gusto romántico por la expresión de la individualidad. Esa literatura accidental surgida como terapia paliativa del confinamiento, físico o moral es, en gran medida, el eje narrativo de la última novela de Stephen King, Billy Summers (2021).
Dostoyevski fue arrestado y encarcelado el 23 de abril de 1849 por formar parte del grupo intelectual liberal Círculo Petrashevski, acusado de conspirar contra el zar Nicolás I. En noviembre de ese mismo año, fue condenado a muerte y al mes siguiente, trasladado al patio de la fortaleza de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo para ser fusilado, siendo en el último instante conmutada su pena por cinco años de trabajos forzados en la siberiana Omsk, en unas condiciones que el autor definió como estar «silenciado dentro de un ataúd» o «sin la posibilidad real de comportarse de una manera distinta a un cerdo». Una experiencia que le llevó a abrazar el cristianismo, dando un giro radical a su literatura, en la que volcó un odio furioso al nihilismo y al socialismo coetáneo, en obras como Los demonios (1871) o Diario de un escritor (1873).