La historia de María Fernández Mira nda es la de muchas mujeres. Un matrimonio feliz, un buen trabajo, una vida plena hasta que cumplidos los treinta las preguntas sobre su no maternidad se vuelven constantes. El tan temido reloj biológico no se ha activado aún para ella pero unas pruebas ginecológicas revelan que padece una enfermedad no grave que, aunque no la incapacita para ser madre, complica sus posibilidades de quedarse embarazada. De este modo tan inocente comienza una sucesión de procesos de fecundación fallidos que la llevan a reflexionar sobre el lugar central que ocupa la maternidad en la vida de toda mujer.Junto a tantas supermadres también hay mujeres cada vez más que no quieren tener hijos y que no pueden tener hijos.
Yo he pertenecido a ambos bandos. Y en mi proceso personal de aceptación solo me ha ayudado una cosa: escuchar a las que se encuentran en mi mismo barco, a las que por distintas razones no han podido o no han querido tener descendencia. Lo que pasa es que me ha costado encontrarlas, porque casi todas están calladas. ¿Acaso no ha llegado la hora de que nosotras también expresemos cómo nos sentimos?