Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX la Argentina recibió una gran corriente inmigratoria de origen español, que en 1914 llegó a representar algo más de la décima parte total de la población del país. La colectividad española no solamente fue uno de los principales agentes de trasformación de la sociedad argentina, sino que en torno de ella se articularon unos relevantes nexos económicos entre ambos países. Este libro se ocupa de analizar el aspecto comercial de esa relación. Con el conflicto de independencia, el comercio español con Argentina había perdido posiciones, excepto en el caso de los vinos comunes. Luego de 1898, los exportadores peninsulares de otros rubros volvieron a poner sus ojos en el Plata, tratando a veces de reemplazar el mercado protegido de las Antillas con el mercado étnico argentino. En esta visión, los emigrantes no sólo tenían su importancia como potenciales consumidores de los artículos españoles, sino también como integrantes de los circuitos comerciales que en Buenos Aires y otras ciudades se ocupaban del comercio de importación y exportación.
En el trabajo se combinan diferentes perspectivas de análisis. Por un lado se estudia la evolución global del intercambio hispano-argentino y sus relaciones con las oscilaciones del movimiento emigratorio. Por el otro, se analizan los principales problemas que dificultaron un mayor crecimiento del comercio bilateral: el proteccionismo adoptado en ambos países para determinados rubros relevantes de la balanza comercial, la competitividad de las exportaciones españolas, las limitaciones del crédito y la actividad de los grupos de presión. Finalmente, un enfoque en escala reducida permite reconstruir el papel desempeñado por los españoles residentes en la Argentina en las operaciones comerciales, y la importancia que en ello tenían las redes de relaciones que aquéllos habían ido estableciendo luego de la emigración.